En la sucesiva temporada (1988/89), se configuró el legendario trío neerlandés (a casi cuarenta años del célebre GreNoLi) con el arribo de Frank Rijkaard, en reemplazo del argentino Claudio Borghi. Italia asombraba por aquellos años gracias a su gran capacidad goleadora, y pese a caer en semifinales frente a la selección uruguaya, una de las mejores del momento, lograría la medalla de bronce tras golear por 11-3 a selección egipcia.